El ex presidente de EEUU George W. Bush pondrá fin el martes a la discreción de la que ha hecho gala desde que abandonó la Casa Blanca con un esperado libro de memorias, del que, sin embargo, los medios han dejado pocos secretos sin destapar.
Las 481 páginas de "Decision Points" no guardarán sorpresas a los admiradores y curiosos que la próxima semana acudan a las librerías para saber qué llevó a Bush a declarar la guerra a Irak, cómo le afectó el huracán "Katrina" o por qué autorizó la asfixia simulada ("waterboarding") a terroristas con un rotundo "pues claro!".
Todas esas claves han encontrado ya respuesta en una extensa cobertura de los medios de comunicación, ávidos de interpretar la vuelta a la escena política del ex presidente que terminó su mandato con el índice de impopularidad más alto de la historia moderna del país, un 76 por ciento.
Pero mientras todos hablan de sus deslices políticos, como aquel en el que reconoce que pensó en librarse del vicepresidente Dick Cheney en la campaña para su reelección en 2004, Bush quiere alejarse lo máximo posible de ellos.
"No soy un experto político. De verdad que no lo soy", aseguró en una entrevista con Oprah Winfrey que se emitirá el martes, en la que la famosa presentadora le pidió su opinión de las elecciones legislativas que el martes otorgaron grandes avances en el Congreso al partido republicano.
El ex presidente tampoco quiere caer en la crítica fácil a su sucesor en el Despacho Oval, Barack Obama, a quien insiste en tratar "de la forma en que me gustaría que me hubieran tratado".
"Tiene un trabajo muy difícil por delante, créame", dijo a Oprah. "Va a tener muchos críticos, y no necesita que yo sea uno de ellos".
El hombre que marcó su despedida de Washington entre abucheos merece sin embargo los elogios de Bush, que recuerda que su carisma le impresionó ya antes de las elecciones de 2008 y le menciona siempre superficialmente, tratando, quizá, de ahorrarle en la medida de lo posible el descrédito que a él le llegó con Irak o "Katrina".
El huracán que asoló Nueva Orleans en 2005 dejó tras de sí una de las fotografías más publicadas durante el gobierno de Bush, que muestra cómo el presidente contempla el desastre a bordo del Air Force One.
"Fue un error mayúsculo", admitió el ex presidente en una entrevista que la cadena NBC emitirá el lunes, en la que asegura que la imagen le mostraba "distante e indiferente" en un momento en el que le llovían las críticas por su lenta respuesta a la catástrofe.
El "Katrina" también originó, aunque indirectamente, el que Bush considera "uno de los momentos más bajos" de su presidencia, que tuvo lugar cuando el rapero Kanye West le tildó de "racista" y aseguró que no le preocupaban los negros que componen la mayoría de la población de Nueva Orleans.
Los comentarios de West afectaron al mandatario aún más que las multitudinarias críticas a su gestión en la guerra de Irak, y sin duda, que las protestas ante los métodos que recomendó para los interrogatorios a terroristas de Al Qaeda tras el 11-S.
"Pensé en las 2.971 personas que fueron alejadas de sus familias el 11 de septiembre, y en mi deber de proteger a mi país de otro acto terrorista. Y dije: "pues claro!", escribe en relación a la asfixia simulada, una práctica que ha motivado amplias investigaciones dentro de la CIA.
Las memorias, calificadas por el "Washington Post" como "competentes y legibles, pero planas", tratan de humanizar la imagen de Bush meses antes de que dos figuras clave de su gobierno, Cheney y el ex secretario de Defensa Donald Rumsfeld, hagan lo propio.
Y en esa tarea, los retos personales, como el momento en que decidió abstenerse de tomar alcohol para frenar sus problemas de adicción, son el arma favorita de Bush para enfrentar, después de meses recluido en su rancho de Texas, los deberes de todo ex presidente: mimar los libros de historia.
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